Al principio el hombre se levantó tarde. Se dio cuenta que estaba solo a pesar de que se encontraba rodeado de otros semejantes a él. El lenguaje ya estaba inventado y era necesario transformar lo que le rodeaba. La tierra era limpia y fértil. Y dijo el hombre:
—Hágase el trabajo.
Y el trabajo existió. Vio el hombre que era bueno y lo separó de la indiferencia. Fue el primer día y ya empezaba a haber pastores y siervos. Pasó una tarde con su noche y volvió a amanecer. Y dijo el hombre:
—No es bueno que nosotros estemos solos. Vamos a inventar una ayuda adecuada.
Entonces el hombre se miró a sí mismo... examinó, pensó y sintió sus pasiones y de ahí formó a Dios. Ambos se miraron con respeto y recelo. El hombre vio que tenía un defecto: no se podía razonar con él, por eso lo mandó vivir al cielo. Y dijo el hombre:
—Ésta es idea de mis ideas; esperanza de mis miedos; imagen de mi imagen. Por eso lo llamaré Dios porque soy el único animal que nombra.
Por esta razón el hombre deja a la naturaleza y a sí mismo y se entrega a lo que crea.
Los segundos y minutos caminaban por encima del hombre y por debajo de Dios que estaba ya en el cielo. Ambos estaban desnudos, como todavía no existía la moral no sentían vergüenza el uno del otro. Así pasó un día más con la noche de los tiempos.
Al otro día Dios despertó al hombre y le pidió de comer. No había comida pero sí mucho trabajo. El hombre no sabía que hacer. Dios entonces le dijo:
—Diles a tus semejantes, que es necesario que me amen primero, ya que así me alimentaré siempre de su fuerza y de su pasión por lo que hacen, y a cambio yo les daré sentido y fin a su existencia. Si algunos no se convencen, abriré varias sucursales y en ellas habrá la versión que más les satisfaga de mí. Tú serás el primer beneficiado ya que hasta negocio podrás hacer de esto y yo estaré satisfecho.
Y así lo hizo. Llegada la noche, Dios le habló de otras cosas... le dijo al hombre acerca del placer del sexo...¡Y le dijo como hacerlo!. Siempre debajo de las sábanas… así se evitaría preguntas incómodas.
Al siguiente día el hombre se levantó y estaba nublado, y se dio cuenta que Dios ya mandaba en la tierra. Las religiones hablaban de él pero no del hombre. Ya se empezaba a matar en nombre de Dios. El pensamiento y la pasión de los hombres estaban encaminados a Dios. La luz y las tinieblas se distinguían bajo los lentes de Dios. Ese día estuvo oscuro, pero no por eso el hombre dejó de trabajar, ya tenía mujer e hijos que mantener.
Al final de ese día el hombre empezó por cuestionar su obra y se dio cuenta que no era del todo bueno. El hombre ya quería vacaciones y Dios ya era millonario.
Al otro día, el hombre dijo:
—Tengo que renacer, mi propia creación me ha excedido y todo lo controla. Ahora tengo que valerme por mi mismo y quitarle el poder a mi creación. Razonaré, pensaré y deliberaré para acabar con él. Los empleados de Dios lo llegaron a escuchar y empezaron a fraguar leyes para quemarlo vivo si volvía a decir semejante idea. El miedo y el terror se practicaron cotidianamente. Por su parte el hombre en su razón, planeaba inconcientemente acabar con todo.
Al siguiente día, dijo el hombre:
—Haya revolución industrial y ciencia. Multiplíquense las fábricas, y elévense el humo de sus chimeneas hasta ennegrecer los cielos.
Y los cielos ennegrecieron. Y el hombre llamó progreso a los cielos ennegrecidos. Y vio el hombre que el progreso era bueno. Y hubo luz y hubo recibos. Mientras Dios inyectaba metas en el cerebro del hombre, el hombre hería de muerte a Dios con la ciencia y le hacia cosquillas con la psicología..
Y dijo el hombre:
—Puesto que el progreso es bueno, enseñoreémonos de todo cuanto existe; de todos los animales de la tierra, y de todas las aves del cielo, y de todos los peces del mar, y de todas las aguas hasta embotellarlas y también de toda hierba y de todos los árboles con los que se hacían columpios.
Y se alegró el hombre con su obra, pues no había quien fuese más inteligente que él.
Dijo el hombre:
—No es bueno que el progreso esté solo y el hombre solamente trabaje. Hágase el entretenimiento.
Y el hombre hizo la televisión. Quedó tan maravillado de su invento que empezó a olvidar los libros y hasta a Dios en los comerciales.
Y así fue que comenzó a extinguirse todo… los animales de la tierra, las aves del cielo, los peces del mar y toda hierba (excepto la de los narcos) y todo árbol (que ya no tenía columpios). Dios y el hombre sólo se miraban sin ver lo que le pasaba a la tierra que ya tenia calentamiento global.
Así es como están concluidos el cielo y la tierra con todo lo que contienen.
Y vio el hombre todas las cosas que había hecho arriba y abajo, y eran irreparables. Por eso ahora busca justificarse de todo y descansar cada siete días o en su defecto irse de farra.
4 Rechiflas o aplausos:
Soy atea, por la gracia de dios.
Oye, ¿por eso me dijiste, vaya con dios?... ¿porque acababas de escribir esto?...
No era muy inteligente tu hombre ¿inventó el trabajo? ¡Qué bestia!
Salvo que haya creado a las mujeres para que trabajen, en ese caso esta muy bien...
Malquerida: Usted ha captado el sentido parodiaco del texto... Felicidades por su ateísmo.
eltaromquico: Creo que lo último que quería de-mostrar con esto es la inteligencia del hombre. Gracias por tu visita.
la pobreza es uno de los mas grandes insultos de la humanidad, ya e me olvidaban de tantos años de de no ir a México esas imagnes por ejemplo la de la viejecita con cu rebozo pidiendo limosna, cuando uno vive ahí por que ha nacido ahí y desde muy pequeño ve esas imagenes parecen "normales" lo peor es la indiferencia de la raza humana ante situaciones como estas pues como bien dices Victor:
es inevitable pensar en la pobreza... pero no sólo en la material, sino en la de pensamiento y espíritu.
La pobreza de espiritu es la que no tiene perdon.
Un abrazo desde la orilla del Mediterraneo.
Publicar un comentario